Espanyol tiene la promoción virtualmente asegurada. Deberán seguir luchando por ella los de Carrión. Tenía que ir a por todas el Espanyol tras cinco empates consecutivos y un ascenso directo casi imposible. Pero fue el Oviedo el que ya golpeó primero. Al minuto exacto de partido, una falta lateral servida por Cazorla derivó en el gol de Masca, anulado por fuera de juego. De nuevo a balón parado puso el peligro Dani Calvo, y en la acción siguiente un pase de la muerte de Colombatto se paseó por la línea de gol. El monólogo azul estaba siendo tal que parecía cuestión de tiempo que llegara otro gol, este legal. Y lo evitó Joan García con un paradón ante Masca, en el 21′, que desembocó en un córner donde ya nada pudo hacer el portero perico. Cazorla servía desde la izquierda y Luengo emergía para anotar el 0-1. En el complemento por convicción propia del Espanyol, se igualaron las fuerzas. La entrada de Rubén Sánchez propició los mejores minutos del conjunto de Manolo González, que presionó más arriba y se lanzó al fin al ataque. Y que encontró recompensa dando al Oviedo de su propia medicina: el balón parado. Sirvió un córner Pere Milla y lo cabeceó con todo su coraje Cabrera, en el primer palo, estableciendo un 2-1 que lo cambiaba todo. El partido, el sino de dos de los jugadores más criticados de esta temporada y puede que hasta el panorama de futuro de pericos y asturianos.