Duelo del Minho en Moreira de Cónegos con triunfo del Moreirense (3-2) sobre Gil Vicente conseguido con una voltereta en el marcador en el tramo final del partido. Triunfo adelante. Se pensó. Un duro golpe a las aspiraciones de los cánones, con el equipo prácticamente claudicado, asombrado por lo que estaba dando el partido. Fueron alrededor de veinte minutos de atravesar el desierto, sin poder retomar el juego, sin crear una sola amenaza, sin poder reaccionar en un estado en el que amenazaran con sucumbir. Lo que siguió en los últimos 25 minutos es pura poesía por parte de los cánones. Métrica casi perfecta con todos los predicados de una rima ahí con tres vueltas en 22 minutos que valen la pena para ganar los tres puntos. A balón parado, Schettine marcó el primero. Era el balón de oxígeno que faltaba, el aliento capaz de marcar la diferencia. A Gil se le culpó del gol, y de qué manera. No supo reaccionar y en cinco minutos igualó con un gol de costa a costa: centro de Frimpong al lateral contrario, Dinis Pinto, rematando desde muy cerca, en un golazo. Un shock emocional aún mayor para Gil. El Moreirense no dejó de creer, tras un empate que ya era moralizante. Luís Asué, uno de los elementos lanzados por César Peixoto, se encaminó hacia la triunfal voltereta del Moreirense. Triunfo épico del Moreirense ante un Gil que sigue sin ganar fuera de casa